Reflexiones de San Agustín que se pueden aplicar a la vida moderna
San Agustín es uno de los pensadores más influyentes de la historia, y sus reflexiones siguen siendo relevantes en la vida actual. A continuación, te presentaremos algunas de sus ideas que pueden aplicarse en la vida cotidiana:
En resumen, las reflexiones de San Agustín pueden ser muy útiles en la vida actual. Si aplicas sus ideas sobre el amor, la paciencia, la elección del bien y la verdadera felicidad, podrás vivir una vida más plena y satisfactoria.
San Agustín
San Agustín ha sido una de las principales figuras de la historia del pensamiento cristiano.
La insaciable curiosidad y la constante búsqueda de la verdad fue lo que más caracterizó la vida del santo africano.
San Agustín sufrió y se extravió muchas veces, porque se encaminó en la ardua tarea de acomodar las verdades reveladas a las certezas científicas y matemáticas.
Nació en Tagaste, el 13 de noviembre de 354 en África.
Cuando era niño, según él mismo cuenta en sus Confesiones, era díscolo, soberbio e irascible, aunque excepcionalmente dotado.
Tardó en priorizar sus estudios, pero por fin lo hizo porque su deseo de conocer la verdad era aún más fuerte que el amor que tenía por las distracciones.
La primera vez que leyó las Escrituras le decepcionó y aumentó su desconfianza por una fe que le habían impuesto. Sus intereses le llevaban hacia la filosofía, se acomodó durante una temporada en el escepticismo moderado, esta doctrina no pudo satisfacer sus anhelos de conocer la verdad.
Partiendo de la idea de que «Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada», San Agustín pudo comprender que las cosas, estando subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de tal manera que, el mal puede sólo ser entendido como ausencia o no-ser, como la pérdida de un bien, en ningún caso como sustancia.
La filosofía de San Agustín es la relación del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina. El carácter de su pensamiento fue básicamente espiritualista, en contraposición con la tendencia cosmológica de la filosofía griega.
Según San Agustín el alma está dotada de memoria, inteligencia y voluntad, es pues una sustancia espiritual indivisible y simple, cualidades de las cuales se desprende su inmortalidad, ya que la muerte no es otra cosa que la descomposición de las partes.
Según San Agustín las malas acciones son actos donde no hay moralidad; Dios no puede hacer otra cosa que permitir que se realicen estos actos, pues lo contrario supondría apartar al alma humana su libre albedrío.
Toda la teología y filosofía de la épca medieval, hasta el siglo XII, fue mayoritariamente agustiniana.